La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y cumple con diferentes funciones como proteger contra agentes externos, regular la temperatura corporal, revelar disfunciones de otros órganos, ayudar en la eliminación de desechos, entre otros. Sin embargo, a pesar de ser un órgano robusto, la piel también es propensa a una variedad de problemas de salud, como la dermatitis, la cual se refiere a una inflamación de la piel y puede manifestarse de diferentes maneras. Los tipos de dermatitis se pueden clasificar dependiendo de la causa subyacente de la afección, por el mecanismo de la lesión, por el lugar donde aparecen y por su aspecto clínico.
Como afección inflamatoria de la piel, la dermatitis puede presentar diferentes síntomas entre los cuales se destacan las erupciones cutáneas con enrojecimiento, picazón y descamación, sensación de quemazón en las áreas afectadas, piel seca y escamosa, enrojecimiento, ampollas y costras, hinchazón, raspaduras o lesiones al rascarse.
Ante estos síntomas, algunos tipos de dermatitis se manifiestan, incluyendo:
- Dermatitis atópica: también conocida como eccema, la cual es una afección crónica que se caracteriza por enrojecimiento, erupciones cutáneas y picazón.
- Dermatitis de contacto: ocurre cuando la piel entra en contacto con una sustancia irritante, provocando sensibilidad, comezón, ampollas y enrojecimiento.
- Dermatitis seborreica: se produce en áreas con glándulas sebáceas activas, como la cara, el cuero cabelludo y el pecho, produciendo descamación, manchas y enrojecimiento.
- Dermatitis numular: se caracteriza por lesiones redondas o en forma de moneda que suelen aparecer en las piernas, los brazos y el torso.
Cabe destacar que, aunque los factores más comunes de la dermatitis son la edad, alergias, asma, antecedentes familiares y enfermedades, de acuerdo con las manifestaciones de la piel y diversos factores, la dermatitis puede relacionarse en varios aspectos con los diferentes tipos de piel, como:
- Piel normal: es aquella que se encuentra en un estado de equilibrio, con una textura suave y homogénea, un color saludable, una hidratación adecuada y una producción de sebo equilibrada.
- Piel grasa: la cual produce un exceso de sebo, lo que puede dar lugar a poros obstruidos, puntos negros y acné, siendo propensa a la dermatitis seborreica.
- Piel sensible: puede manifestarse con comezón, enrojecimiento y descamación, siendo la más propensa a tener fácilmente reacciones alérgicas e irritaciones.
- Piel seca: no produce suficiente sebo, lo que puede dar lugar a descamación, picazón y sensación de tirantez.
- Piel mixta: combinación de piel grasa y seca, con una mayor producción de sebo en la frente, nariz y mentón y una menor producción en las mejillas.
- Piel escamosa: puede darse debido a factores medioambientales como el sol, el viento, la sequedad o la humedad excesiva, que puede provocar la descamación de la piel, y también se puede dar como resultado de afecciones alérgicas, infecciones y enfermedades.
- Piel madura: tiene una menor producción de colágeno y ha sufrido cambios debido al envejecimiento, como arrugas, flacidez y manchas.
- Piel con tendencia al acné: tiene una mayor probabilidad de desarrollar acné debido a un exceso de sebo y a una acumulación de células muertas en los poros.
Existen varios métodos para identificar el tipo de piel que se tiene el cual incluye prestar atención a sus características como el color, la textura, la elasticidad, la cantidad de sebo y los poros, estableciendo si tiene una apariencia grasosa en la frente, nariz y mentón para determinar si es piel grasa, seca o mixta. Otra manera de identificar el tipo de piel es evaluando su sensibilidad, observando si es fácilmente propensa a reacciones alérgicas o irritaciones y si tiene puntos negros, granos o espinillas que determinen si es una piel con tendencia al acné.
Aunque se recomienda seguir una rutina de cuidado para la piel que incluya la utilización de jabones suaves y secado con toallas suaves, humectación con productos suaves a base de aceite, evitar el exceso de exposición solar y la aplicación de bloqueador, llevar un estilo de vida y una dieta equilibrada y saludable, siempre es mejor visitar a un especialista quien podrá dar un diagnóstico preciso, personalizar el tratamiento monitoreando de cerca sus resultados, brindar consejos para prevenir recurrencias y dar acceso a tratamientos especializados dependiendo del tipo y la gravedad de la afección como medicamentos tópicos y orales, fototerapia, terapia ocupacional y de inmunomodulación, entre otros.